El bokeh es un término ampliamente utilizado en el campo de la fotografía y que los fabricantes de teléfonos móviles, empeñados en cargarse las cámaras fotográficas compactas, han puesto de moda en los últimos tiempos. Pero ¿de verdad sabemos qué el bokeh y cómo se consigue? ¿Realmente se puede hacer con un teléfono móvil o se necesita una cámara “buena”? Te lo contamos en el siguiente artículo.
Entendiendo el término
Antes de meternos a explicar cómo se consigue, es fundamental comprender bien el concepto porque es algo que se presta a error. Y es que generalmente asimilamos el término “bokeh” con desenfoque y, aunque efectivamente la palabra deriva de un término japonés (ぼけ boke) que se traduce así, el concepto de bokeh es algo que va más allá de la ausencia de un enfoque bien definido.
El término bokeh no se emplea para referirse a la cantidad de desenfoque que haya en una imagen sino a la calidad y cualidad del mismo
Como nos contaron nuestros compañeros de Xataka Foto, en fotografía el término bokeh se emplea para hacer alusión a la forma, diseño o estética del desenfoque en sí mismo. Es decir, hay que dejar claro que el bokeh no es ninguna técnica ni se refiere a cómo conseguir una mayor o menor cantidad de desenfoque en una imagen, sino a la calidad y cualidad del mismo. Aún así, sí que existen diferentes tipos de bokeh según el resultado visual sea más duro o blando, y por tanto más o menos suave y atractivo.
Luego tenemos que tener claro es que conseguir un buen bokeh no es lo mismo que conseguir una foto en la que haya partes desenfocadas, sino tener un desenfoque de la imagen con un aspecto atractivo como el que veis en las fotos con las que acompañamos este texto y que, creáis o no, no son difíciles de lograr.
¿Cómo se consigue el bokeh?
Siendo una cualidad del desenfoque, para lograrlo lo primero es, lógicamente, tener una parte de la imagen desenfocada, o toda ella como en la foto de arriba. Aunque normalmente en las imágenes suele haber siempre una parte nítida y otras desenfocadas. Esto se controla jugando con la profundidad de campo, algo que se hace principalmente a través del diafragma del objetivo. Para que la profundidad sea escasa y, por tanto, haya zonas desenfocadas, hay que utilizar aperturas de diafragma grandes al hacer la foto (a partir de ƒ2.8 y hasta lo que nos permita el objetivo, normalmente ƒ1.2, ƒ1.4 y ƒ1.8 y ƒ2).
Cuanto más abramos el diafragma más desenfoque lograremos y, por tanto, más notaremos que la zona de la fotografía por delante y por detrás del punto donde hayamos enfocado aparece borrosa en la imagen. Lo que ocurre es que la mayoría de objetivos no son capaces de ofrecernos estos valores de apertura. De hecho, normalmente sólo lo permiten los que solemos denominar “luminosos” y que además de ofrecer la mejor calidad tienen precios altos. Por esta misma razón, el mejor desenfoque se suele conseguir con objetivos de longitud focal fija (es decir, que no tienen zoom), que por su más sencilla construcción suelen ser más luminosos.
Aunque en el desenfoque también influyen otros aspectos importantes. El primero es la distancia focal que estemos utilizando, ya que cuanto menor sea más posibilidades hay de jugar con la profundidad de campo (o lo que es lo mismo, los objetivos gran angular ofrecen más profundidad de campo que los teleobjetivos). El segundo es la distancia a los sujetos que estemos fotografiando, ya que cuanto más cerca estemos del sujeto principal más fácil será lograr que aparezca desenfocado respecto del fondo. Uno tercero es el tamaño del sensor, pero de esto ya os hablamos un poco más adelante, cuando entremos en el tema de los móviles.
El caso es que, conseguido el desenfoque, entraríamos en el tema de su calidad, o bokeh que determina la imagen final. Es decir, para conseguir las fotos que os ponemos de ejemplo no hay que hacer nada más que conseguir desenfocar una parte de la imagen, el resto es cosa del objetivo que estemos utilizando.
Y es que el aspecto más determinante para el bokeh en sí mismo es el referido a la construcción del objetivo, más concretamente el número de palas con las que esté diseñado el diafragma. Esto determina el tipo de bokeh que tendremos según el objetivo: Duro para diafragmas con hasta ocho palas, y blando (y por tanto más suave y atractivo) para diafragmas con más elementos.
Hay objetivos que están específicamente diseñados para ofrecer un bokeh atractivo. Como estos presentados por Sony hace muy poco y que tienen una construcción con un diafragma de hasta once palas. Por supuesto, este tipo de objetivos no son nada baratos porque conseguir que la zona desenfocada sea visualmente atractiva no es algo sencillo ni, por tanto, fácil de conseguir.
También es verdad que hay opciones al alcance de todo el mundo y permiten a casi cualquiera hacer fotos con un buen bokeh. Es el caso de los populares objetivos de 50 mm con grandes aberturas (normalmente ƒ1.4 o 1.8) para cámaras réflex que se pueden encontrar por poco más de 100 euros.
Luego, recopilando, nos tiene que quedar claro que para conseguir un buen bokeh simplemente tenemos que tener un objetivo luminoso diseñado para ello. Y es que realmente conseguir una foto como la que acompaña a estas letras no tiene ningún misterio más allá de usar un objetivo luminoso que nos permita jugar con la profundidad de campo y por tanto conseguir un buen desenfoque.
Luego ya que éste resulte visualmente atractivo es cosa del objetivo. Si éste tiene un buen bokeh, la parte desenfocada será mucho más atractiva que si no lo tiene. Y si tenemos la suerte (o la pericia) de haber elegido un fondo para la imagen en el que haya luces de colores (por ejemplo las típicas de una ciudad por la noche), enfocamos al primer plano y abrimos el diafragma para desenfocar el fondo, es posible que consigamos un resultado espectacular como el de las fotos de ejemplo. Sin embargo, por raro que pueda parecer, el resultado dependerá sobre todo de la calidad del bokeh del objetivo que estemos usando, y mucho menos de otros parámetros.
¿Qué pasa con las cámaras de los smartphone?
La teoría dice claramente que los móviles no pueden ofrecer bokeh, básicamente porque el desenfoque es un efecto que depende de muchos factores que juegan en contra de las pequeñas cámaras de los smartphones. Sobre todo por ese otro factor que sólo hemos adelantado, el tamaño del sensor y de las lentes, que limitan mucho la capacidad de desenfoque que podemos conseguir con un dispositivo portátil.
En los móviles, sensor y lentes tienen un tamaño muy reducido lo que elimina casi completamente las posibilidades de lograr desenfoques
Cuanto más grande sea un sensor más posibilidades tenemos de jugar con la profundidad de campo y, por tanto, de lograr un desenfoque. De hecho las cámaras réflex con sensores de tamaño completo (de los más grandes del mercado) son las que mejor permiten controlar la profundidad de campo, mientras que las pequeñas compactas son las que menos. Y es que, desgraciadamente, si el sensor es muy pequeño, como en el caso de los móviles, las posibilidades de lograr desenfoques se reducen al mínimo ya que la distancia efectiva entre el plano del sensor (donde se forma la imagen) y las lentes se reduce notablemente.
Así, aunque tiene su parte positiva (es mucho más difícil que algo salga fuera de foco haciendo las fotos con el smartphone), es realmente complicado conseguir un desenfoque efectivo. Por tanto, si no se puede tener una zona desnfocada (incluso aunque la cámara declare una apertura de diafragma máxima que, a tenor de lo que hemos contado, podría hacernos pensar que sí es capaz), la posibilidad de tener bokeh se desvanece.
Luego ¿cómo lo consiguen las cámaras de los móviles? Pues fingiéndolo. Hasta hace unos años prometer bokeh en un teléfono móvil era una panacea, y lo sigue siendo pero siempre se puede simular por software; es decir, se consigue artificialmente. Para hacernos una idea de cómo, imagina que hacemos un retrato de alguien con un móvil y en el que, por lo que estamos contando, el fondo del sujeto aparece más nítido de lo que nos gustaría. ¿Qué podemos hacer? Pues abrir la foto en un programa de retoque como Photoshop, recortar al protagonista y desenfocar el fondo con algún filtro.
Pues eso mismo, más o menos, es lo que se puede conseguir ahora con los teléfonos de última generación, aunque el trabajo de edición lo haga él en vez de nosotros. Prácticamente todos los móviles más punteros del mercado presumen de esta funcionalidad. El iPhone 7 Plus, por ejemplo, se presentó a bombo y platillo con un nuevo modo denominado “Retrato” con el que crear “automáticamente una profundidad de campo que muestra las caras muy nítidas y el fondo desenfocado. Este efecto borroso se conoce también como «bokeh» y hasta ahora era exclusivo de las cámaras réflex.”
Para lograrlo, el iPhone hace uso de una doble lente y un software que compara las imágenes de ambos objetivos para separar automáticamente al sujeto del fondo y desenfocar este último. Es decir, exactamente lo mismo que ya se podía hacer ya vía alguna de las aplicaciones que llevan algún tiempo en el mercado, como puede ser Big Lens, y que es un recurso para quien no pueda permitirse un móvil de alta gama.
Por supuesto el de Apple no es ni mucho menos el único que ofrece esta característica. De hecho, tal y como nos han contado nuestros compañeros de Xataka Móvil, la moda de la doble lente ya lleva un tiempo y ha desembarcado en un montón de terminales. Otro destacado es el Huawei P9 que presume de lentes Leica (un fabricante de prestigio en el campo de la fotografía tradicional), pero incluso lo hay en muchos modelos “chinos” como el OnePlus 3.
El bokeh del móvil a prueba
Otro smartphone que busca presumir de bokeh es el Kodak Ektra, un terminal nacido para resucitar el prestigio del conocido fabricante de película fotográfica y que se presentó como el modelo definitivo para aunar teléfono y cámara. Para ello, incorpora una lente bastante más grande de lo habitual en un móvil (esta vez no hay doble objetivo) y con una apertura máxima de ƒ2. Sin embargo, el bokeh que ofrece también lo consigue por software y el resultado es bastante malo tal y como nos contaba Erika García en su análisis.
Para haceros una idea hemos cogido prestada (con permiso, por supuesto) esta foto de arriba realizada en la prueba del terminal y donde se puede apreciar el pobre resultado, ya que al móvil le cuesta bastante reconocer los perfiles de los objetos. Este problema se puede trasladar a todos los móviles que prometen ofrecer bokeh. Posiblemente con algunos terminales se consiga un mejor resultado que con otros, pero desde luego nunca va a ser perfecto y, en cuanto se vea la foto ampliada en otra pantalla que no sea la del móvil, el resultado seguro que pierde mucho.
Así, queda claro que, por mucho que prometa, un móvil no puede ofrecer bokeh como tal por la sencilla razón de que las características de su cámara no permiten lograr grandes desenfoques (eso por no hablar de diafragmas y palas), y sin desenfoque no hay bokeh. Así las cosas, conseguir un buen bokeh sigue siendo algo privativo de una cámara de fotos, aunque no dudamos de que el sistema que utilizan los móviles pueda funcionar en determinados casos.
De hecho, para conseguir mejores resultados os aconsejaríamos tratar de hacer la foto lo más cerca posible del sujeto retratado y procurar que el fondo esté lo más lejos posible. Además, será ideal si podemos tener un fondo lo más homogéneo posible (tanto en color como en forma) para ayudar a la aplicación que tiene que “recortar” a la persona a que pueda identificar mejor los contornos. Lo malo es que, precisamente, este consejo se pega de bruces con lo que contábamos antes de tener luces de colores en el fondo para lograr imágenes impactantes.
Así las cosas, puede ser factible presumir de bokeh en vuestras fotoshechas con el móvil, pero deberías olvidarte de este tipo de fotos con luces de colores. A lo más que se puede aspirar es a que el fondo que aparece detrás de nuestro retratado esté lo más difuminado posible (gracias en parte a los consejos que os acabamos de dar), aunque de momento el resultado que obtengas siga siendo artificial y bastante limitado.
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Foto de portada | Gabriel Santiago